El corría, nunca le enseñaron a andar, se fue tras luces pálidas. Ella huía de espejismos y horas de más. Aeropuertos. Unos vienen, otros se van, igual que Alicia sin ciudad. El valor para marcharse, el miedo a llegar. Llueve en el canal, la corriente enseña el camino hacia el mar. Todos duermen ya. Dejarse llevar suena demasiado bien. Jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar... o empezar. Un instante mientras los turistas se van. Un tren de madrugada consiguió trazar la frontera entre siempre o jamás. Llueve en el canal, la corriente enseña el camino hacia el mar. Todos duermen ya. Dejarse llevar suena demasiado bien. Jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar... o empezar. Ella duerme tras el vendaval. No se quitó la ropa. Sueña con despertar en otro tiempo y en otra ciudad. Dejarse llevar suena demasiado bien. Jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar... o empezar. Vetusta Morla - Copenhague |
29/10/09
Dejarse llevar suena demasiado bien...
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